“Por un lado, existe un mercado reducido pero consolidado y por el otro está el fandom o ambiente, que presenta un crecimiento exponencial. Si hoy vas a un evento de historieta, la cantidad de público es sorprendente”, afirma la doctora en Ciencias Sociales Laura Vázquez.

Investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en el instituto Gino Germani, crítica y guionista en la mítica revista “Fierro” (su libro Fuera de cuadro…” recoge sus intervenciones en esa publicación) Vázquez habla del pasado y el presente de un género que, aunque popular, hoy goza más nunca de predicamento académico. Y tanto, que el 8, 9 y 10 de octubre de este año se desarrollará en Buenos Aires la 3° edición del Congreso Bienal Internacional sobre historieta y humor gráfico “Viñetas Serias” .

En su mirada sobre el presente del género, la experta señala, en una entrevista que le realizó la dirección de Comunicaciones del Conicet, que el historietista hoy tiene múltiples canales de inserción profesional, atravesando los territorios del cine, la gráfica publicitaria, las artes visuales o el diseño.

- ¿Cómo fueron los inicios de la historieta en Argentina?

- Comienza a principios del siglo XX como un producto de importación, siguiendo el estilo de las tiras cómicas y costumbristas de la prensa estadounidense. Es a partir de los años ΄20 cuando se va a ir conformando un mercado local. Ya en los ΄40 comienza lo que se conoce como “la edad de oro de la historieta nacional”, productos como los de Quinterno, Columba o Civita dan cuenta de verdaderas empresas. Son tiempos pre televisivos, distintos públicos se acercaban al teatro, a la radio, al cine o a la historieta y ello formaba parte de una oferta en donde entretenimiento y cultura no suponían opciones enfrentadas. Es una industria masiva; y fuente de trabajo para cientos de dibujantes.

- ¿Cuáles fueron las influencias?

- Los dibujantes de las primeras décadas fueron mayormente inmigrantes españoles e italianos que desembarcaron en nuestro país y encontraron una salida promisoria en la historieta, en el humor gráfico y en la publicidad. Algunos de ellos introdujeron en su manera de narrar arquetipos nacionales como la figura del gaucho o el compadrito, ciertos lugares de Buenos Aires o giros idiomáticos costumbristas pero la formación estilística y técnica de esos dibujantes proviene fundamentalmente del método instalado por syndicates estadounidense e ingleses. A partir de los ΄60 hubo una fuerte baja en las ventas debido a varios factores: el acceso masivo a la televisión, la crisis económica y política en Argentina, la caída de los salarios mínimos, el exilio de dibujantes y guionistas y la llegada de historietas extranjeras. Es en los ΄70, cuando la historieta se posiciona como un producto cultural, atraviesa de manera compleja la relación arte-mercado y surgen proyectos editoriales significativos como Satiricón (1972), Skorpio (1974), El Péndulo (1979), Humor Registrado (1978) y Fierro (1984).

- ¿Cuáles fueron las consecuencias de la caída de las ventas?

- La reducción de las tiradas es un fenómeno significativo pero no el único. Los editores desplegaron una serie de estrategias para mantener la industria a flote. Esencialmente intentaron transformar esa revista descartable en un producto permanente. En una etapa de retracción del mercado aparecen las tapas duras, los números y los pósters coleccionables dentro de las revistas, las ediciones de lujo, y las cajas para guardarlos. Algunas publicaciones se alejan del kiosco de revistas hacia la venta en librerías. También se modifica la identidad del medio y se acuña la fórmula ‘novela gráfica’, apelando al circuito de la alta literatura.

- ¿Cómo fue el rol del dibujante de historieta en los diferentes períodos de la Argentina?

- Fue cambiando su estatuto a lo largo del tiempo. Entre las décadas del ΄30 y ΄50 ser dibujante era lo opuesto a ser artista. Esta tensión arte-mercado es intrínseca del medio y, para algunos profesionales, fue un verdadero sufrimiento. Un caso emblemático es el de Alberto Breccia que siempre pensó las artes de manera evolucionista: para él la historieta era la antesala de la pintura pero al mismo tiempo, despreciaba el circuito de las artes mayores. En sus contradicciones se expone a la perfección la ambigüedad y complejidad del medio. Hay que tener en cuenta que estos obreros del tablero o dibujantes de overol formaban parte de una cadena fordista de trabajo, los originales quedaban en manos de los editores y la propiedad intelectual era inexistente. Y aún así, con todas estas limitaciones, artistas gráficos como Breccia rompían las reglas del lenguaje y el convencionalismo.

- ¿Y cuándo se modifica?

A partir de la década del ΄60 y del ΄70 los dibujantes y guionistas empiezan a asumirse como artistas porque cambian completamente las reglas de juego del campo. Actualmente el capital simbólico es tan importante como el económico. En lugar de vender un millón de ejemplares venden mil, pero lo importante pasa por otro lugar.